Del amor y de la amistad.

Ese día pensaba en cómo sería el reencuentro con todas mis amigas de la Universidad de nuevo, pensaba en lo curioso que es cómo la vida cambia y nos empuja a nuevos horizontes, cómo mientras muchas cosas se transforman, algunas otras permanecen siempre iguales y Gloria a Dios en los cielos y en la tierra nunca cambiarán y sentía que si la vida tuviera sound track, probablemente ese día en el que por fin pudimos abrazarnos todas de nuevo, iría acompañado de Los enanitos verdes y su canción ‘amigos’, o alguna de esas que ponen en protagonistas de novela para resaltar el dramatismo de la escena.

Jugamos al amigo dulce, como es costumbre durante el mes de septiembre en nuestras tierras y en el grupo de WhatsApp que en un ataque de creatividad nombramos » FRIENDS», intentábamos ponernos de acuerdo frente a cosas en las que nunca fuimos capaces de ponernos de acuerdo en nuestros 8 años consecutivos planeando cada septiembre esta celebración : Cuota, Lugar, Día, Hora, Amigo secreto, amigo dulce, hijos, novios, esposos (?).

Pero llegó el día y contra todo pronóstico y desacuerdos posibles, ahí estábamos mis amigas de la Universidad y yo, casi dos años después de no vernos las carotas, juntas como el clan que somos, todas – y el novio de luz -, porque no falta la perdida que entiende todo al revés (Jajaja); pero juntas al fin y al cabo. Kenia, la tranquila. Thalía, la champetua. Andrea, la mamá del parche. Thiara, la dramática. Luz, la ternura en pasta. Ángela y yo, las impuntuales. Ahí estábamos y nada había cambiado. Ahí estábamos y el flashback de nuestras historias eran un soplo al corazón que nos hacía reírnos cada vez con más fuerza y menos decoro, ante la mirada fulminante de aquellos que manejaban muy bien la etiqueta en ese restaurante del norte de la ciudad.

Celebrábamos la amistad porque vale la pena decir ¡HURRA!, cuando el reencuentro devela que aunque el tiempo pase, aunque las llamadas escaseen y la cercanía sea cada vez menos frecuente; hay una fuerza misteriosa que hace que ese contar historias, reírnos de las mismas cosas, suspirar por los mismos momentos, implante la sensación de que tan sólo han pasado 10 minutos desde aquellos días, sentadas en el Bloque B de la Universidad, hasta hoy.

Thiara hablaba de no sé qué cosa en los preparativos del cumple de su hija Alana, mientras todas realmente preocupadas le preguntábamos y aconsejábamos. Y así, al tiempo que escribo, suena Bazurto All stars y me recuerda que a Andrea con todo y su decencia, le encanta hablar del movimiento pelvico del negro vocalista del grupo. Y a propósito de todos estos temas tan distintos pero tan íntimos y reales, me doy cuenta que conozco a estas 6 locas tanto como a mi propia manía por el borrador. Hemos sido cómplices y nuestras historias tienen como mínimo común, la lealtad, pero sobre todo el amor: sincero, real y absolutamente incondicional.

Por eso ahora que la vida nos ha permitido reunirnos de nuevo, tras estos dos años que se sienten como si fueran 10 minutos, confirmo que han valido la pena las horas discutiendo por cosas tan irrisorias como un día o una hora. Confirmo que este misterio divino de la amistad, es una de las formas favoritas que tiene Dios para demostrarnos que nos ama, a través del abrazo de aquellos con los que podemos hablar de las cosas más sosas, como si fueran las más trascendentales y sentirnos la negra candela o el presidente de los Estados Unidos de América.

Deja un comentario